Mucho se ha hablado sobre el reciente estreno de la cuarta temporada de Black Mirror, la inquietante serie creada por Charlie Brooker que cuenta en forma de antología los peligros que esconden los supuestos avances informáticos en el momento de encajarlos con la moral y la ética humana. Puede que este planteamiento distópico atraiga ahora más que nunca precisamente por la rapidez de los descubrimientos tecnológicos y por los cambios que estos han realizado en las relaciones sociales, a menudo de forma negativa, deteriorándolas o volviéndolas frías e insípidas. Sin embargo, el miedo hacia la tecnología es un tema que se ha tratado con anterioridad y con la misma efectividad por otros autores, y de eso quiero hablar precisamente en este post, rescatando una de las figuras literarias más representativas del llamado tecnothriller. Me refiero, por supuesto, al aclamado pero algo olvidado Michael Crichton.

Los peligros de la ciencia

La influencia de este escritor en la ciencia ficción y en la difusión de los valores ecológicos fue innegable a lo largo de los años 70, 80 y 90, destacando especialmente en el modo de construir tramas con contenidos científicos, médicos y biotecnológicos. Basta con mencionar su título estrella, Jurassic Park, para que espectadores y lectores de todo el mundo recuerden al instante los riesgos de la ingeniería genética.

Y es que a pesar de su fallecimiento en el año 2008 tras una dura batalla contra el cáncer, el tiempo ha terminado demostrando que el estilo de las novelas de Crichton sigue estando de moda en series y películas. De hecho, la famosa franquicia de los dinosaurios vuelve a estar más viva que nunca gracias a las recaudaciones de Jurassic World en el 2015 y a las expectativas generadas por su próximo título, Fallen Kingdom, una superproducción que retomará el personaje de Chris Pratt y el ambiente salvaje de la isla Nublar, aunque esta vez bajo la atenta mirada del director español Juan Antonio Bayona, experto en catástrofes de dimensiones épicas como la del tsunami de la película Lo imposible.

Otro buen ejemplo del legado que ha dejado el padre del tecnothriller es la premiada serie Westworld, remake del clásico Almas de Metal (1973) que dirigió el propio Michael Crichton con bastante acierto. Con esta obra el escritor aportó la famosa creación del vaquero robot homicida, (protagonizada por el magnético Yul Brynner en la cinta original y por el frío Ed Harris en la versión moderna), y al mismo tiempo implantaba una semilla clave para el desarrollo del género exponiendo el peligro que genera el ocio y la diversión sin límites cuando se recurre a la dependencia tecnológica de cabeza sin plantearse los posibles daños colaterales. En el canal de Youtube Tech Insider podréis dar con un video donde se comparan la versión antigua y la nueva de Westworld. Para los que esperéis capítulos nuevos aquí está el tráiler de la segunda temporada:

Por si estos elementos no fuesen bastante atractivos y meritorios, también hay que recordar un punto bastante importante, las amenazas cibernéticas de Westworld se adelantaron una década antes de que James Cameron pusiese a punto su obra magna con Terminator. ¿Vais notando ya la relevancia de Michael Crichton en el terreno del horror tecnológico? En la misma línea podemos encontrar El Hombre Terminal (1972), otro de esos relatos estremecedores que anticiparon la incurión del cyberpunk como moda literaria y visual a lo largo de los 80, analizando la convergencia tecnológica y la fusión de hombre y máquina, esta vez con fines persuasivos y con una inteligencia artificial capaz de moderar el comportamiento de criminales, pero a un alto coste.

El hombre terminal portada libro
Edición Debolsillo de «El Hombre Terminal».

La literatura y el cine sobre epidemias y virus apocalípticos ha sido otros de los géneros o espacios que ha sabido favorecerse de las bases paranoicas que el autor estadounidense supo construir en La amenaza de Andrómeda (1969), el primer gran best seller que le catapultó a la fama facilitándole todas las futuras adaptaciones que recorrieron las pantallas y que se emiten sin prácticamente interrupción hasta el día de hoy. Como dato curioso, cabe destacar que esta obra fue desarrollada cuando Crichton contaba con apenas veintiséis años y asistía todavía a la facultad de medicina en la Universidad de Harvard. Es indispensable tener en cuenta que el libro es fruto de una etapa aún dominada por el miedo de la Guerra Fría y por la política de disuasión nuclear, muy en boga en aquellos momentos a causa de la desconfianza y el resentimiento acumulado hacia la URSS.  Y es que el peligro bactereológico desconocido, externo e invisible a veces puede causar mayor horror que un monstruo o un psicópata con un cuchillo.

Versiones descafeinadas de Crichton

Si bien hasta ahora he nombrado y repasado las creaciones de Michael Crichton que mayor fidelidad y aceptación han tenido entre el público y entre otros autores como Tom Clancy o Dan Brown, fervientes admiradores de la bibliografía de su colega, no hay que olvidar que algunos títulos también han rozado el fiasco y han sido bastante criticados. Dentro de esta lista fatídica de tecnothrillers podría situarse la adaptación de Esfera (1998), una historia que originalmente se publicó en 1987 planteando un posible contacto alienígena en las profundidades marítimas con grandes dosis de psicología y de disciplinas propias de la astrofísica o de la biología en sus diálogos y reflexiones.

Todos estos detalles sesudos fueron extirpados de la película en pos del entretenimiento y el ritmo de las películas hollywoodienses dañando gravemente la parte de ciencia ficción dura y seria que tanto caracteriza a este autor, y lo que es peor, paliando mucho el toque terrorífico y claustrofóbico que sí puede apreciarse en las líneas de Crichton.

Otras obras como Ojos Asesinos o Looker (1981), sin embargo, han sabido mantener la esencia del tecnothriller a la perfección mostrando los inventos futuristas de compañías que solo piensan en lucrarse o en ganar a sus competidoras mediante el espionaje industrial o el asesinato. Por otra parte, estas mismas obras han quedado muy obsoletas en el apartado técnico y de efectos especiales, dando como resultado escenas de acción bastante viejunas y patéticas que harían la delicia de cualquier cómico irrespetuoso falto de material. Una lástima, pero no siempre se puede encontrar el equilibrio.

 

Habiendo expuesto sus logros y sus chascos más sonoros, toca a cada uno juzgar el valor de cada una de sus obras, una vez leídas o visualizadas preferiblemente. Hay mucho donde elegir y no he querido nombrar demasiadas para ceñirme al tema de la tecnología y el horror, pero en el catálogo de este escritor no descubriréis únicamente ciencia ficción, también encontraréis interesantes tramas asociadas al ecoterrorismo o a la politización de la prensa y el medio ambiente.

Si os ha convencido mi opinión al respecto dadle un intento, si no es el caso aquí tenéis unos datos objetivos que os pueden hacer cambiar de idea; Michael Crichton ha sido traducido a más de cincuenta idiomas, ha vendido millones de ejemplares por todo el mundo, ha ejercido como guionista, escritor, director y productor con éxito y es el único caso de un creador que ha tenido simultáneamente en Estados Unidos, el libro más vendido con Acoso (otro tema bastante actual por cierto), la película número uno en la taquilla con Parque Jurásico y la serie de televisión con mayor audiencia con Urgencias.

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