La dieta intermitente ha ganado popularidad, y sigue haciéndolo, al revelarse como una estrategia efectiva para una mejora sustancial de la salud. Sus beneficios están siendo respaldados por la ciencia en multitud de estudios. Entre otros aspectos, se ha comprobado su efecto benéfico en el envejecimiento, enfermedades cardiovasculares, diabetes y enfermedades autoinmunes, reduciendo la inflamación y previniendo enfermedades crónicas (investigaciones del neurocientífico Mark. P. Mattson y su equipo entre 2005 y 2017 o la dra. Ruth Patterson, entre otros autores, conocida sobre todo por sus trabajos sobre dieta y cáncer)

Pero… ¿Qué es la Dieta Intermitente?

Este patrón alimenticio alterna períodos de ayuno con períodos de alimentación normalizada. Es una práctica que no se centra en lo que como, sino en cuándo lo como.

La gran difusión y divulgación de este tipo de dieta fue propiciada por los trabajos del biólogo celular Yoshinori Ohsumi, galardonado con el nobel de Medicina y Fisiología en 2016 por sus investigaciones sobre los mecanismos de la autofagia, un proceso esencial que permite al cuerpo eliminar componentes dañados o no deseados y reciclar materiales para mantener la salud celular y la homeostasis.

Los hallazgos de Ohsumi han ampliado nuestra comprensión de la autofagia en las células humanas, abriendo nuevas vías en el desarrollo de terapias para una amplia variedad de enfermedades, incluyendo disfunciones neurodegenerativas y cáncer.

La relación de sus descubrimientos con la dieta intermitente tiene que ver con la secuencia temporal que Ohsumi puso de manifiesto. Según sus investigaciones los procesos de autofagia comienzan a acelerarse después de un período de ayuno de entre 12 y 16 horas. Durante este tiempo sin ingerir alimento, el cuerpo agota las reservas de glucógeno y comienza a utilizar las grasas almacenadas como fuente de energía. Esta transición metabólica activa una serie de mecanismos celulares, incluida la activación de la autofagia o el incremento en la producción de nuevas células madre. Es, por tanto, un medio efectivo, no solo para mejorar la salud metabólica y las funciones orgánicas, sino, también, para promover la longevidad y combatir los problemas asociados con la edad.

Paso a Paso de la dieta intermitente

Si te animas a probarla (yo llevo mas de tres años y puedo asegurarte que, además de haberme puesto en el peso que tenía hace treinta años, mi energía, estado físico, salud y capacidad de trabajo se han visto incrementadas considerablemente) es conveniente que sigas estos pasos:

Comienza poco a poco: para quienes comienzan es recomendable adoptar un enfoque gradual. Puedes, por ejemplo, retrasar el desayuno o adelantar la cena. Luego, puedes eliminar una de las comidas y seguir aumentando el intervalo entre comidas hasta llegar a las 12-16 horas e, incluso, realizar una única comida en el día.

Prueba diferentes protocolos: hay muchas formas de enfocar una dieta intermitente: diario, en días alternos o el ayuno prolongado. Experimenta con diferentes enfoques para encontrar el que mejor se adapte a tu estilo de vida y preferencias.

Importante: escucha a tu cuerpo. Ajusta tu plan de alimentación a tus particularidades de vida (salud, horarios laborales, vida social, etc.) y las señales que te envía tu cuerpo.

Para quién no está aconsejada la dieta intermitente

Esta práctica puede no ser adecuada para algunas personas, especialmente aquellas que tienen ciertas condiciones de salud incompatibles. Estas son algunas de las circunstancias en las que no resulta aconsejable:

  1. Mujeres embarazadas o en período de lactancia: Durante el embarazo y la lactancia, es crucial obtener una ingesta adecuada de nutrientes para apoyar el crecimiento y desarrollo del bebé.
  2. Personas con historial de trastornos de la alimentación: Aquellas que han luchado previamente con trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia pueden ser susceptibles a desarrollar una relación negativa con la comida al practicar la dieta intermitente.
  3. Individuos con problemas de salud subyacentes: Personas con enfermedades crónicas como la diabetes tipo 1, trastornos de la tiroides o problemas metabólicos pueden requerir una ingesta regular de alimentos y monitoreo constante de los niveles de azúcar en la sangre, lo que puede no ser compatible con la dieta intermitente.
  4. Niños y adolescentes en etapa de crecimiento: Durante las etapas de crecimiento y desarrollo, los niños y adolescentes necesitan una ingesta constante de nutrientes para apoyar su crecimiento y desarrollo óptimos.
  5. Personas con trabajo físico o actividad deportiva intensa: Aquellos que realizan trabajos físicos exigentes o participan en entrenamientos intensos pueden necesitar una ingesta regular de alimentos para mantener sus niveles de energía y recuperarse adecuadamente. La dieta intermitente puede no proporcionar la energía necesaria para estas actividades.

En definitiva, la dieta intermitente es un mecanismo poderoso para mejorar la salud, luchar contra la obesidad, prolongar la vida, promover el rejuvenecimiento celular, prevenir las enfermedades crónicas y, en definitiva, contribuir poderosamente a una salud integral optimizada.

Es importante resaltar que esta dieta no restringe los tipos de alimentos ni la cantidad de calorías diarias. Se trata de comer lo mismo, pero con períodos entre comidas mayores de los habituales de tres comidas diarias, llegando, para que sea efectiva, a ayunos mínimos de 12 horas.

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