Entendemos por países centrales aquellos cuyo desarrollo económico, cultural y tecnológico es completo e inciden en los países periféricos o en desarrollo.
En este contexto los países en desarrollo realizan inversiones en investigación que no se traduce en avance económico o tecnológico en toda su medida, ya que dichos descubrimientos no son percibidos como potenciales herramientas para el desarrollo de emprendimientos innovadores por los capitales privados nacionales de estos países.
Entonces se da lo que los investigadores de la Universidad de Quilmes (UNQ) Díaz, Corner y Becerra (2012) señalan como «transferencia tecnológica ciega», en la que los países centrales se hacen del conocimiento científico sin invertir nada en el desarrollo del mismo, agregándose a la ya conocida «fuga de cerebros», en la cual los recursos humanos altamente calificados, formados por el aparato educativo nacional emigran a estos países.
Estos países subsidian a los países desarrollados en este sentido, en la medida que pagan por la educación de sus científicos, sus investigaciones y no usufructúan el recurso humano, ni el resultado de las mismas.
En América Latina particularmente hay estudios que avalan estas afirmaciones, es el caso del ya citado (2012):
«La transferencia tecnológica ciega» en el que concluyen que «Los resultados del estudio permiten afirmar que más de medio centenar de familias de patentes solicitadas entre 1999 y 2010 referencian artículos científicos de investigadores de la UNQ»… «El 53% de las solicitudes de patentes analizadas fueron presentadas por empresas extranjeras; el 30% tienen como titulares a instituciones públicas de ciencia y tecnología, y el 17% a titulares individuales» o el estudio de Krauskopf, Krauskopf y Méndez (2007) en el que aseguran: «Nuestros resultados muestran que, entre 1987 y 2003, 509 patentes en Estados Unidos tenían 562 citas de 273 artículos producidos al menos, por un autor que trabaja en una institución chilena.»
Las patentes como instrumento fundamental para el desarrollo de la innovación no son explotados por los aparatos productivos nacionales, sin embargo si lo son por las multinacionales de los países centrales, que tienen políticas claras para la captación de cerebros e investigaciones.
Cabe entonces aclarar que si una patente cita un artículo científico es porque el mismo tuvo un aporte significativo al desarrollo de la misma, esto significa que el potencial innovador de estos era muy importante y había sido pasado por alto por los aparatos productivos nacionales, si bien se fomenta la producción e investigación científica, se produce un desfasaje entre esta producción innovadora y los emprendedores privados que no visualizan la misma como potencialmente creadora de riqueza.
Nuestros académicos no investigan solamente por obtener reconocimiento y la divulgación de sus trabajos, seguramente lo hacen con animo de aportar a la sociedad donde se formaron y trabajan herramientas para un desarrollo económico y tecnológico que lleve a un mejor vivir de sus pueblos, pero aun no se ha podido derribar la valla que impide la apropiación por parte de los operadores privados, que deberían encargarse de la producción de riqueza. Políticas públicas de divulgación y protección de derechos se hacen cada vez más necesarias, en la medida que estos países se pliegan necesariamente a las políticas de acceso abierto, más fácil es para las multinacionales apropiarse de sus trabajos.
Krauskopf, M., E. Krauskopf y B. Méndez (2007), “Link between science and innovation affects public policies in developing countries: The chilean case”, Scientometrics, 72, (1), pp. 93–103.
https://link.springer.com.proxy.timbo.org.uy:443/article/10.1007/s11192-007-1737-5
Codner, D., Becerra, P. y Díaz, A. (2012), «La transferencia tecnológica ciega: desafíos para la apropiación del conocimiento desde la universidad», Redes, 18, (35), pp. 161-171
https://www.unq.edu.ar/advf/documentos/526a8c38ec2b5.pdf