Con la llegada del verano y cuando las temperaturas empiezan a dispararse, tendemos a buscar todos los medios a nuestro alcance para intentar aliviar el calor y refrescarnos todo lo que podamos. Entre los muchísimos consejos y trucos para convivir mejor con el calor, muchos optamos por refrescarnos con una bebida helada o una ducha fría. Estas dos estrategias al producir un enfriamiento brusco y temporal del cuerpo, ciertamente nos suelen proporcionar una sensación refrescante la cual se traduce en un alivio prácticamente inmediato, pero que por regla general duran muy poco. Sin embargo, en realidad estas dos maneras de mantener a raya el calor, pueden ser hasta contraproducentes y en este articulo exploraremos el por qué de este curioso fenómeno y como optar por una bebida o una ducha de agua templada te pueden ayudar a mantener una temperatura corporal más cómoda y estable.

Bebidas templadas: el aliado refrescante y sorprendente

Aunque a primera vista nos pueda parecer extraño, beber líquidos templados en lugar de fríos en los meses de más calor puede ser más efectivo para ayudar a nuestro cuerpo a regular su temperatura interna y por lo tanto refrescarnos. Cuando consumimos bebidas muy frías éstas no enfrían nuestro cuerpo de forma significativa, sino que realmente solo enfrían nuestra boca, esófago y estómago, lo cual provoca que nuestro organismo tenga que trabajar más para volver a equilibrar nuestra temperatura corporal. Es decir, cuanto más fría sea una bebida, mayor será nuestro gasto energético para llevarla a nuestra temperatura basal.

En cambio, cuando tomamos bebidas a temperatura ambiente o ligeramente tibias, el cuerpo no necesita hacer un esfuerzo adicional para calentarlas a la temperatura corporal, lo que evita un aumento repentino en la sudoración y nos ayuda a mantener una sensación refrescante por más tiempo. Por otro lado, esta opción también nos ofrece una hidratación más efectiva al ser las bebidas templadas absorbidas y asimiladas con más facilidad por el cuerpo, favoreciendo que podamos mantener un nivel de hidratación saludable al reponer los líquidos perdidos por el sudor sin exigirle a nuestro organismo un esfuerzo extra de termorregulación.

Duchas templadas: el equilibrio perfecto

El efecto que acabamos de describir es muy parecido al que sufre nuestro organismo cuando nos damos una ducha de agua fría para refrescarnos. En un primer momento sentiremos alivio, pero cuando exponemos a nuestro cuerpo de manera tan brusca al frío extremo podemos provocar una respuesta de choque que lo llevará a retener más calor para compensar la pérdida repentina de temperatura.

En cuanto los termorreceptores de nuestra piel notan el agua fría, activan un mecanismo de protección que surte el efecto contrario de lo que buscamos. Ese mecanismo de protección constriñe los vasos sanguíneos de manera que irriguen menos sangre a la piel y evitar que la temperatura corporal en esa zona baje, lo que nos generará más calor. Esta constricción repentina de los vasos sanguíneos puede incluso tener sus riesgos. Si eres joven y estás en perfecto estado de salud probablemente no te pase nada, pero si por ejemplo acabas de hacer deporte exigiéndole un gran esfuerzo a tu cuerpo o sufres de alguna enfermedad del aparato circulatorio y la diferencia de temperatura es demasiado grande y brusca, el agua fría podría llegar a provocarte un shock si. Por último, el agua fría también podría provocarnos contracciones musculares que a su vez pueden provocarnos una sensación de incomodidad o tensión.

Las duchas con agua templada, por otro lado, permiten a nuestro cuerpo ajustarse gradualmente al cambio de temperatura ambiente, lo que favorece una sensación refrescante sin desencadenar una respuesta de conservación del calor corporal. Cuando nos damos una ducha con agua templada en verano, el agua se evapora en nuestra piel, permitiendo que nuestra temperatura corporal baje de manera progresiva. Posiblemente no vayas a notar el cambio de manera inmediata, pero si cuando pase un rato, ya que aunque tengamos reacciones instantáneas, como por ejemplo los actos reflejo, otras como la regulación de la temperatura corporal tardan un poquito más en activarse. Además, las duchas templadas pueden ayudar a relajar los músculos y mejorar la circulación sanguínea, lo que contribuye a una sensación general de bienestar y frescura.

El poder de lo templado

En resumen, puesto que el ser humano es un animal homeotérmico, es decir que cuando hace frío, produce calor de forma interna y externa y cuando hace calor suda para evacuar el calor, tanto las bebidas templadas como las duchas templadas pueden ser grandes y sorprendentes aliados a la hora de combatir el calor. Al permitir que el cuerpo regule de manera más eficiente su temperatura y evitar respuestas de choque, estas opciones tibias se convierten en una alternativa refrescante y efectiva para mantenerse fresco en los días calurosos. Estas prácticas ayudan a mantener la temperatura corporal más estable, mejoran la circulación sanguínea y evitan el shock térmico, proporcionando una sensación de frescura más duradera. ¡Así que la próxima vez que necesites refrescarte, intenta cambiar tu enfoque y olvídate del mito del agua helada! Mejor intenta combatir el calor de manera inteligente!

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