Estamos de vuelta con el segundo de los artículos sobre el found footage, así que agarrad vuestra vieja videocámara y apretad el botón de REC. Tras repasar en la primera entrega (que podéis leer aquí ) los inicios de un género tan amado como odiado, en esta ocasión nos centraremos en una serie de películas que han supuesto un antes y un después dentro del cine de terror.
Si decíamos que El proyecto de la bruja de Blair (The Blair witch project, 1999) fue la causante de que todo el mundo prestara atención a una película con apariencia de vídeo casero, no cabe duda de que Paranormal Activity (2007) supuso un aldabonazo para el subgénero logrando estandarizar el formato de grabación con cámara en mano. La película dirigida por el entonces desconocido Oren Peli buscaba repetir el éxito de «El proyecto de la bruja de Blair» con una fórmula algo distinta al situar toda la acción en un entorno cerrado: la casa a la que se muda una pareja. Utilizando una videocámara, los dos protagonistas intentaban demostrar la existencia de algo sobrenatural en la vivienda. Así, «Paranormal Activity» se centra en el terror de lo cotidiano en el lugar donde más seguros deberíamos estar. Tal vez este sea uno de los motivos por los que resulta tan efectiva a la hora de trasladar la sensación de miedo al espectador, el dar a entender que en tu propia casa puedes no estar a salvo. Es curioso comprobar, si nos centramos en la acción, que no pasan demasiadas cosas en la película. De hecho, lo más destacable son la atmósfera y la ambientación que impregnan todo el metraje y que son los que realmente nos inquietan por encima de los sustos más o menos previsibles. Hay que destacar al personaje interpretado por Katie Featherston, ya que será el nexo de unión de todas las películas de la saga, apareciendo en todas ellas de una u otra manera.
Aunque «Paranormal Activity» data del año 2007, lo cierto es que estuvo dando tumbos por festivales pequeños hasta que la cinta llegó a manos del mismísimo Steven Spielberg, cuya mirada visionaria supo intuir el gran potencial de un producto tan barato. Fue Spielberg uno de los artífices de que la película se estrenara comercialmente en salas en el año 2009, además de añadirle un final alternativo. Una vez más, el infalible olfato de Spielberg no erró, y tras su estreno el ratio presupuesto-recaudación fue inmensamente favorable a los intereses de los productores, por lo que no tardaron en fraguarse las secuelas.
En 2010 llegaría la continuación y, en mi opinión, la mejor película de la saga. Paranormal Activity 2, dirigida por Tod Williams, repetía los mismos esquemas de su predecesora, pero añadiendo más de todo: más cámaras, más personajes, más sustos, y, por qué no decirlo, más recaudación. Aunque en principio parece una historia independiente, pronto vemos cómo la trama guarda mucha relación con la primera película, y finalmente nos damos cuenta de que los sucesos que se nos cuentan transcurren de forma paralela. De nuevo se consigue una atmósfera perfecta para causar tensión al espectador y, aunque algunos de los sustos son un tanto tramposos, resultan totalmente efectivos. La inclusión de un perro y un bebé dentro de la historia se convierte en un elemento novedoso y realmente da mucho juego en una producción de este tipo.
Comprobada la altísima rentabilidad de la saga, un año después vería la luz la tercera parte, dirigida a cuatro manos por Henry Joost y Ariel Schulman. Si las dos primeras películas seguían una misma línea temporal, Paranormal Activity 3 se situaba en 1988, convirtiéndose en una suerte de precuela. Una vez más, la trama se relacionaba estrechamente con sus antecesoras, y aquí asistimos a la infancia de las dos hermanas protagonistas y se nos dan bastantes pistas de cómo se originó la maldición que las perseguiría durante tanto tiempo. Pese a haber perdido el factor sorpresa de la novedad, esta tercera parte se las apaña para mantenerse a la altura, logrando agradar una vez más a los adeptos de la saga. La vuelta de tuerca consistente en mostrarnos el origen de todo y el uso que se hace del «amigo imaginario» acompañado de la presencia de las dos niñas (a ratos dignas herederas de las gemelas de El Resplandor), componen un cóctel bastante apetecible que funciona como un reloj. Tal vez la pega que se le puede poner es que para los seguidores de la franquicia algunos trucos empiezan a ser algo previsibles, pero en general el aficionado puede salir más que satisfecho. Esta tercera parte tiene el récord de recaudación, unos nada desdeñables 207 millones de dólares.
Harina de otro costal es Paranormal Activity 4 (2012). Pese a contar con los mismos directores que la anterior, con esta cuarta parte la franquicia comienza a dar alarmantes signos de agotamiento, y todo el esfuerzo de las entregas previas por ofrecer algo mínimamente novedoso se deja aquí de lado para presentar una película totalmente formulaica, repetitiva y aburrida. Los personajes de «Paranormal Activity 4» son de lejos los más antipáticos de toda la saga, y tampoco ayuda el recurrente uso de las luces de la videoconsola que se me antoja casi ridículo. En definitiva, la peor y más prescindible de todas. Para rematar, aunque mantiene la tónica de máxima rentabilidad, recaudó bastante menos que la tercera parte.
Los responsables de la franquicia decidieron con Paranormal Activity: Los señalados (Paranormal Activity: The Marked Ones, 2014) dar un volantazo buscando imprimir nuevos aires a una saga que empezaba a quedarse sin oxígeno. Considerada una especie de spin-off hispano, «Paranormal Activity: Los señalados» se aparta del hilo conductor de las anteriores entregas cambiando de decorado y de personajes, y situando la acción en un barrio pobre donde dos amigos investigan el extraño comportamiento de su vecina de abajo. La película resulta bastante más fresca y original de lo esperado gracias a unos protagonistas con más carisma de lo acostumbrado y a la introducción de elementos fantásticos que nos recuerdan a cintas como Chronicle (2012) o Afflicted (2013). Aunque el desenlace vuelva a reengancharnos con la trama principal de toda la saga de una manera un tanto absurda, en general podemos considerarla como una rara avis dentro de la franquicia y una de las más entretenidas. Dirige Christopher Landon, habitual guionista en muchas de las películas de la saga.
Recientemente nos llegó la última entrega, con el título de Paranormal Activity: Dimensión Fantasma (Paranormal Activity: The ghost dimension, 2015) y dirigida por Gregory Plotkin. Aparentemente esta es la película que cierra el círculo y pone punto final a la saga, aunque todos sabemos que en cuestión de secuelas nunca hay que cerrar la puerta a posibles continuaciones. Las novedades vienen en forma de 3D y de unos efectos especiales que nos muestran la amenaza fantasmal como no habíamos visto hasta ahora. Pero una vez más se demuestra eso de que es mejor sugerir que mostrar, y lo cierto es que con esta «dimensión fantasma» se demuestra que a la saga ya le quedaba poco por ofrecer. El resultado es mediocre, con un par de momentos salvables pero sin nada realmente novedoso o sorprendente. La atmósfera ya no consigue sugestionarnos y la utilización de la cámara en mano no está bien justificada, con algunos momentos que roza el ridículo. Para colmo, la película ha recibido el boicot de múltiples salas en Estados Unidos por la decisión de los productores de estrenarla en vídeo bajo demanda unas semanas después de su estreno en cines, lo cual ha dejado su recaudación muy por debajo del resto de películas de la saga. Queda claro que, si algún día se deciden a continuar esta franquicia, habrá de ser tirando por otros derroteros.
Y para el final, una curiosidad que no mucha gente conoce. El éxito global de «Paranormal Activity» fue tan grande que en 2010 se estrenó en Japón Paranormal Activity: Tokyo Night, una especie de secuela-remake con actores y director nipones. Se trata de una película que recoge las principales características de la original y les da una pequeña vuelta de tuerca aunque sin salirse de los parámetros establecidos por la cinta de Oren Peli. Pese a su procedencia oriental, «Paranormal Activity: Tokio Night» está mucho más cercana en ritmo a las producciones americanas, y de hecho funciona igual de bien. Incluso se permite la licencia de conectar con ellas gracias a una referencia al personaje de Katie Featherstone. El personaje de la chica en silla de ruedas aporta un punto de originalidad y sin duda nos da los mejores momentos de la película. Creo que se puede recomendar sin problemas su visionado para todos los completistas de la saga.
Aunque, claramente, estamos ante una franquicia llena de altibajos y con una marcada línea descendente, en mi opinión hay que reconocerle el haber sabido aprovechar al máximo un formato que ha logrado revitalizar el género de terror ofreciendo una rentabilidad sin parangón. Puede que «Paranormal Activity» no esté nunca en las listas de mejores películas, pero sin duda se la nombrará como una de las grandes artífices de la popularización del found footage. Y, qué demonios, aunque el miedo sea algo tan subjetivo, a mí me provoca un terror genuino. Y con eso me vale.
Continuará.