file000687346431Si hay una emoción que resulta tan poderosa como plenamente subjetiva, esa es el miedo, y múltiples son los factores que pueden causarlo. Se dice que cada persona es un mundo, y desde luego esto queda demostrado viendo la reacción de diferentes individuos expuestos a una situación que les asuste o les provoque pánico o terror. Como aquí venimos a hablar de cine, en esta ocasión voy a hablar de las películas que más miedo me provocan. Se trata de todas aquellas enmarcadas dentro del género «found footage» «metraje encontrado». Las películas found footage son producciones rodadas con cámara en mano que generalmente simulan ser documentales o grabaciones reales mostradas en primera persona. Sé que hay mucha gente a la que no le gusta este tipo de películas, por eso hablaba antes de la subjetividad de una emoción tan personal, pero confieso que conmigo funcionan (cuando están bien hechas, claro) porque son las que mejor consiguen introducirme en la historia y hacerme sentir el miedo en mis propias carnes. En esta primera parte vamos a repasar los orígenes de este formato tan particular.

Aunque muchos nombran a Holocausto Caníbal (Cannibal Holocaust, 1980) como el auténtico padre del found footage, lo cierto es que no podemos decir que la película de Ruggero Deodato pertenezca estrictamente al género, ya que contiene bastantes minutos rodados de manera convencional. Sin embargo, su aspecto de documental y todo el segmento en que se nos muestra el metraje encontrado ya anticipan lo que vino años después. En esta película tan maldita como de culto, un antropólogo investigaba la desaparición de cuatro documentalistas en la selva amazónica. Allí, encontraba unas películas rodadas por ellos que desvelaban su destino. Toda esta parte de metraje encontrado era la más impactante y salvaje a la vez que novedosa, ya que veíamos la acción en primera persona. La tremenda sordidez de que hace gala la cinta, así como lo explícito de sus imágenes, la convirtieron en una de las películas más prohibidas y polémicas de la historia. Sea como sea, no se puede negar la enorme influencia que tuvo en títulos posteriores, aunque tuvieron que pasar bastantes años hasta que la moda de filmar con cámara en mano tuviera la explosión que disfrutamos hoy día.

En 1998 aparecieron dos películas que hacían uso de las normas del found footageAlien Abduction: Incident in Lake County (producto televisivo de baja estofa que contaba cómo una familia reunida en una casa de campo se topaba con un ovni y con algún visitante inesperado, y que pese a lo pobre de su producción tenía algún momento logrado) y The Last Broadcast (película muy recomendable y tremendamente original que simula ser un documental de tipo «crímenes sin resolver» y que aún hoy funciona sorprendentemente bien siempre que obviemos su desastroso desenlace). Pero la cinta que realmente cambió el género de terror como lo conocíamos hasta entonces no es otra que El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999). Rodada casi enteramente en vídeo y en primera persona, la película dirigida por Eduardo Sánchez Daniel Myrick se convirtió en un éxito sin precedentes logrando una rentabilidad extraordinaria dado el exiguo presupuesto con que contaba. Aunque gran parte de la película se basaba en tres personajes andando por el bosque (lo que hizo que muchos la acusaran de copiar a «The last broadcast «), la gran virtud de «El proyecto de la bruja de Blair» era su capacidad para sugestionar, logrando trasladar el nerviosismo y la inquietud de los personajes al espectador de una manera inusitada. Sin duda los directores lograron su propósito, y sin quererlo inauguraron un nuevo subgénero dentro del cine de terror al proporcionar el esquema básico en el que se inspirarían decenas de títulos posteriores. Por si fuera poco, la película también fue pionera en su campaña promocional ya que se creó una web en la que se informaba de los hechos que sucedían en la trama como algo real, lo que llevó a mucha gente a creer que las imágenes eran auténticas y que los actores no eran tales. Por tanto, podría decirse que también cambió el modo de vender las películas incluso antes de su estreno.

De estos primeros años del subgénero cabe destacar un puñado de producciones no muy conocidas pero con entidad propia.

  • La puerta negra (The Black Door, 2001): un joven comienza a investigar lo que hay tras un vídeo en el que se practica un ritual satánico. Interesante propuesta que no termina de funcionar aunque cuenta con varios aspectos positivos. La historia es bastante original pero hay elementos que le restan credibilidad, como un uso bastante inadecuado de la música. Pese a ello, la secuencia en la que el protagonista se adentra en la casa de noche resulta escalofriante, y sólo por ella merece la pena su visionado.
  • The Collingswood story (2002): una pareja de estudiantes queda rota cuando la chica se marcha a estudiar a otra ciudad. Sin embargo, se mantendrán en contacto gracias a sus webcams. Película de nimio presupuesto que resulta pionera en cuanto al uso de mostrar la acción a través de pantallas de ordenador antes de que existiera Skype o se globalizara el uso de la videoconferencia. «The Collingswood Story» toca temas de médiums y cultos satánicos pero no consigue generar la atmósfera adecuada para este tipo de filmes. Aunque fallida, su valor reside en su originalidad y quedará como una curiosidad.
  • The Wicksboro Incident (2003): falso documental que comienza con una entrevista a un hombre de edad avanzada que asegura haber trabajado décadas atrás en unos experimentos secretos para el gobierno norteamericano. Lo mejor es que la credibilidad que ofrece el hombre es absoluta, y al principio incluso podemos dudar de si se trata de un actor o un individuo al que están entrevistando realmente. Cuando la película se pone en marcha salimos de dudas, pero aún así el formato de mockumentary está magníficamente implementado para hacerlo todo lo más verosímil posible. Sorprende que una película tan barata y en muchas ocasiones tan oscura (hay veces que apenas vemos nada salvo unas luces en la distancia) enganche tanto como lo hace «The Wicksboro Incident». Cinta a reivindicar.
  • Noroi (2005): otro falso documental que sigue a un reportero que investiga sucesos paranormales. Película reseñable por ser una de las primeras aportaciones del cine japonés al género. Aunque cosechó grandes críticas, lo cierto es que a mí me pareció bastante lenta y con un minutaje excesivo. Tiene algún momento destacable, pero en general la encuentro demasiado deslabazada y con un tono bastante diferente al habitual.

En el siguiente artículo exploraremos el fenómeno «Paranormal Activity» y sus consecuencias en forma de más y más found footages. Hasta entonces.

 

 

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