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El arte de amarte a ti mismo: secretos para una autoestima inquebrantable

En el viaje de la vida, la autoestima juega un papel fundamental en la capacidad de experimentar felicidad y bienestar. ¿Te has parado alguna vez a reflexionar sobre cómo te percibes a ti mismo? ¿Te valoras y te aceptas tal como eres?

La autoestima no solo afecta a la forma en que nos vemos a nosotros mismos, sino también a cómo vemos y nos relacionamos con los demás, así como al modo en que enfrentamos los desafíos que encontramos en el camino.

Tiene que ver con autovaloración y confianza en nuestras capacidades. Es una de las bases fundamentales sobre la cual se construye la identidad personal. No tiene nada que ver con el orgullo insano, ni con la comparación, ni con sentirse más. Es, sencillamente, una percepción real de lo que somos, sin rechazar ni repudiar nada. Una autoestima saludable nos permite aceptarnos, respetarnos y querernos tal como somos, sin que ello signifique que no nos demos oportunidades para mejorar y enriquecernos como seres humanos.

Es difícil encontrar una persona que no necesite mejorar su autoevaluación. Incluso, en aquellos casos en que los que un individuo se considera un dechado de virtudes y capacidades, por encima de los demás, la autoestima está muy por debajo de lo que resultaría deseable, por paradójico que esto pueda parecer. Y es que alguien que se siente superior demuestra un pobre autoconcepto de si mismo: necesita compararse y elevarse por encima de los otros para sentirse importante. Una persona así no es capaz de valorarse por sí misma.

Técnicas para Mejorar la Autoestima

Hay muchas maneras de generar valor para uno mismo. Prácticamente todo lo que hacemos es susceptible de mejorar la autoimagen personal. Todo depende de cuáles sean las motivaciones y los intereses puestos en juego. Algunas actitudes nos ayudan a conseguirlo:

  • Práctica de la gratitud: Ser consciente de todas las bendiciones y pequeños placeres que nos rodean hace que nos sintamos regalados por la Vida y merecedores de todo lo bueno que ya tenemos. Agradecer las cosas positivas que hay en mi vida (a poco que lo intentemos, nos daremos cuenta de que son muchas) y reconocer mis logros, por pequeños que sean, me ayudará a desarrollar una actitud más proactiva y positiva hacia mí mismo y hacia los demás. Ingrediente esencial, este de ver el vaso medio lleno, para hacernos sentir más a gusto con nosotros mismos y más proclives a considerar todo lo bueno que hay en mí.

 

  • Aceptar mis «imperfecciones»: la imperfección es un concepto que no existe, puesto que nadie tiene un modelo universal de perfección. Cuando hablamos de que algo o alguien es perfecto queremos decir, en realidad, que representa el ideal de lo que deseamos ser, hacer o tener. Es un término relativo que carece de sentido real. Si decimos que somos imperfectos, significará, en realidad, que hay algo en nosotros que desearíamos cambiar. La actitud para volver a nuestro favor este deseo será proveer los medios para que dicho cambio tenga lugar, en vez de quejarnos, culparnos o mortificarnos por no ser «perfectos». Aprender a aceptar nuestra sombra (lo que no nos gusta de nosotros mismos) es un paso fundamental en el camino de la autoestima.

 

  • Establecer límites sanos: Aprender a decir «no» cuando algo no me interesa, no me apetece o me importuna es la asignatura pendiente de una gran mayoría. Podemos decir «sí», cuando en realidad queremos decir «no», por no querer defraudar, por el hábito de ceder ante los chantajes emocionales o por sentirnos condicionados ante lo que los demás puedan pensar de nosotros. Sea como sea, una sana autoestima necesita defender las necesidades y deseos de su propietario. No hay necesidad de enfadarse ni culparse por ceder, ni de achacar a otro la responsabilidad de nuestra frustración por hacer algo que no nos apetece. Simplemente se trata de aprender a decir «no» con amabilidad.

 

  • Cuidar el bienestar físico y psíquico: Necesitamos dedicar tiempo a cuidar cuerpo y mente nuestro vehículo sideral) si queremos que nuestra biología contribuya al camino del bienestar. Practicar ejercicio regularmente (el que más nos guste); comer de manera lo más equilibrada posible (todos sabemos cómo hacerlo); dormir lo suficiente y dejar tiempo para actividades que nos brinden alegría y satisfacción, son aspectos clave para sentirnos bien.

 

  • Cambiar el diálogo Interior: Prestar atención a la forma en que me hablo a mí mismo, me dará pistas para descubrir al saboteador interno. Ese que se pasa la vida recordándome lo mal que hice esto o aquello, o lo que no soy ni seré capaz de hacer o lo que pudo haber sido y no fue. Este personaje del despropósito, al que hemos dotado de gran poder, es el encargado de impedirnos disfrutar de una sana autoestima. Descubrir lo que esta voz interior, funesta, nos susurra a lo largo del día rebajará su influencia y nos hará mucho más libres.

 

  • Convertir los fracasos en aprendizajes: uno de los mayores obstáculos para una autoestima sana es sentirse fracasado, una actitud mucho más generalizada de lo pueda parecer. El sentimiento de fracaso anula toda posibilidad de mejora, sumiéndonos en la cárcel del victimismo. Un lugar inhóspito del que nada bueno puede sacarse. En lugar de criticarme por mis fallos, haré bien en aceptarlos y emplearlos como acicate para mejorar. En palabras de W, Churchill: «el éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder la ilusión». Recuerda que cometer errores es parte del proceso de aprendizaje, SIEMPRE.

 

  • Buscar apoyo y ayuda cuando sea necesario: No eres Superman. Definitivamente no lo eres. Todos necesitamos ayuda, en algún momento. Tratar de ser autosuficiente, lejos de alimentar la autoestima la debilita. Es perfecto tratar de hacer todo lo posible por nosotros mismos, pero sin renunciar a la valiosa ayuda de los demás y a dejarnos mecer por el consuelo y el apoyo cuando nos venimos abajo.

 

Felicidad y autoestima

La felicidad es un estado de bienestar emocional y satisfacción con la vida que surge cuando vivimos de acuerdo con nuestros valores y aspiraciones. En consecuencia, cuando dispongo de una buena autoimagen, fruto de una buena autoestima, mi nivel de felicidad aumenta de manera automática. Y, aunque las circunstancias externas sean desfavorables, seré capaz de centrarme en las soluciones y entresacar lecciones de ellas.

 

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