Aunque el envejecimiento sea un proceso natural, hay ciertos hábitos diarios con los que podríamos estar contribuyendo a acelerar este proceso sin darnos cuenta. Y es que a veces, unos pequeños cambios en nuestro estilo de vida pueden tener un gran impacto sobre nuestro aspecto e incluso sobre como nos sentimos. En este articulo hablaremos sobre 5 de estos hábitos comunes con los que sin pretenderlo puedes estar acelerando tu envejecimiento y como evitar y contrarrestarlos:

1. Estrés crónico

Esta plaga de nuestro tiempo llamada estrés es uno de nuestros peores enemigos y no solo por el impacto significativo que puede tener sobre el envejecimiento prematuro. Aunque el estrés sea una respuesta natural de nuestro organismo a situaciones puntuales, cuando esta respuesta natural se mantiene de forma prolongada puede llegar a tener importantes consecuencias para la salud física y mental de quien está sometido a el. La liberación prolongada de cortisol y adrenalina que nos causa el estrés, puede llegar a dañar nuestras células acelerando el proceso de envejecimiento, además de tener un impacto negativo sobre otras muchas áreas de nuestra salud.

Y aunque hoy en día pueda llegar a ser muy difícil escapar del todo al estrés, en nuestras manos está el intentar no dejar que nuestra preocupación por aquello que nos cause estrés sea excesiva ni continua. Podemos intentar encontrar las maneras de lidiar con el estrés que mejor se adapten a nosotros. Para algunos lo ideal puede ser la meditación, para otros el ejercicio o pasar tiempo de calidad con amigos. Hay muchas maneras, tantas como causas de estrés y, si todo falla, podemos incluso buscar ayuda profesional para intentar reducir los efectos del estrés.

2. Falta de sueño

Dormir menos de las horas necesarias no solo nos puede producir ojeras, mal humor y problemas de concentración, si no que también contribuye al envejecimiento prematuro. Durante el sueño nuestro cuerpo se repara a sí mismo incluida la piel. Si no nos concedemos suficiente tiempo de descanso, interrumpimos estos procesos fundamentales para nuestro organismo como pueden ser la producción de hormonas, la reparación de células o la producción de colágenos. Dormir menos de 6 horas por noche, puede aumentar y acelerar diversos problemas de piel por la formación de líneas de expresión y arrugas, la aparición de manchas, ojeras y bolsas debajo de los ojos, además de contribuir a una pérdida de elasticidad de la piel, con lo que esta adquiere una apariencia mucho más apagada.

Intenta establecer una rutina de sueño regular y asegúrate de no sólo obtener la cantidad adecuada de descanso, si no de que ese sueño también sea de calidad. Lo ideal es intentar mantener tu rutina y horas de sueño sin grandes saltos de horarios, también los fines de semana o en vacaciones por ejemplo. Procura realizar alguna actividad relajante antes de dormir, no te vayas a la cama rumiando tu lista de tareas pendientes para mañana, mejor prueba a leer unas líneas, escuchar algo de música o utiliza alguna técnica de relajación.

3. Exposición excesiva al sol

Hoy en día la mayoría de personas somos conscientes de que la exposición excesiva al sol, sobre todo si es sin protección, es una de las principales causas del envejecimiento prematuro de la piel, además de aumentar sensiblemente el riesgo de cáncer de piel. En el envejecimiento prematuro juega un papel clave la radiación ultravioleta (UV) que genera radicales libres, moléculas altamente reactivas, en la piel que pueden dañar las células y los tejidos. Este daño oxidativo puede acelerar el envejecimiento de la piel y aumentar el riesgo de cáncer de piel. La radiación ultravioleta que llega a la superficie de la tierra se compone principalmente de dos tipos de rayos, los rayos UVA y los rayos UVB.

Los rayos UVA son los que penetran más profundamente en la piel y pueden llegar a descomponer el colágeno y la elastina de la piel, haciéndola perder firmeza y elasticidad. Además los rayos UVA pueden llegar a causar daño oxidativo en las células de la piel, lo que contribuye a la formación de arrugas y las tan temidas manchas de edad. Los rayos UVB en cambio, son la principal causa de las quemaduras solares y pueden llegar incluso a dañan el ADN de las células aumentando así el riesgo de cáncer de piel y el envejecimiento prematuro.

Otros efectos perjudiciales asociados a la exposición prolongada al sol son la disminución e la producción de colágeno, una proteína esencial para la elasticidad y firmeza de la piel o la degradación del ácido hialurónico, sustancia que ayuda a mantener la piel hidratada y con aspecto juvenil. La exposición al sol puede descomponer el ácido hialurónico en la piel, lo que contribuye a la sequedad y pérdida de volumen.

Para protegernos de los efectos perjudiciales de la exposición prolongada al sol es conveniente que utilicemos protector solar con un factor de protección adecuado a nuestro tipo de piel independientemente de la actividad al aire libre que vayamos a realizar. La mayoría de nosotros ya hemos normalizado aplicarnos protector solar cuando vamos a pasar un día en la playa, pero no solemos tener la misma disciplina de protección en las actividades más cotidianas como puede ser salir a dar un paseo o incluso hacer los recados. También es conveniente usar gafas de sol adecuadas e intentar evitar las horas del día en las que el nivel de radiación UV es mayor (entre las 10,00h y las 16,00h) siempre que podamos. No nos olvidemos tampoco de que incluso en días nublados el nivel de radiación UV puede ser alto, ya que las nubes pueden dispersar y reflejar los rayos ultravioleta. Por último, también tener en cuenta que determinadas superficies, como el agua, la arena, la nieve o el pavimento también pueden dispersar y reflejar la radiación UV aumentando su nivel.

4. Dieta pobre en nutrientes

Una dieta alta en azúcares refinados y grasas saturadas puede contribuir al envejecimiento prematuro. Los alimentos procesados y la comida rápida a menudo carecen de los nutrientes necesarios para mantener una piel sana además de contribuir a la inflamación del cuerpo y dañar las células. La inflamación crónica está asociada con el envejecimiento prematuro de la piel, ya que puede desencadenar la degradación del colágeno y la elastina, lo que lleva a la formación de arrugas y pérdida de elasticidad. Por otro lado, una dieta pobre en vitaminas, minerales y antioxidantes puede privarnos de los nutrientes necesarios para mantener nuestra salud, bienestar y vitalidad. Por ejemplo, las vitaminas A, C, E y el zinc son importantes para la salud de la piel y su capacidad para repararse a si misma. La falta de estos nutrientes puede debilitar la piel y hacerla más propensa a daños y signos de envejecimiento prematuro.

En cambio, optar por una dieta rica en frutas, verduras, proteínas magras y grasas saludables puede proporcionar a la piel los nutrientes que necesita para mantenerse firme, brillante y saludable. Mantener una dieta equilibrada y saludable es fundamental para mantener no solo la salud, si no también para prevenir el envejecimiento prematuro a largo plazo.

Tampoco descuides el mantener una hidratación adecuada, ya que la ingesta insuficiente de agua puede afectar negativamente a nuestro rendimiento físico, nuestra capacidad de concentración o nuestra salud renal, además de causar trastornos digestivos y envejecimiento prematuro. Aunque la cantidad recomendada de agua al día varía en función de nuestro sexo, edad y actividad física entre otros factores, se recomienda unos 2 litros (unos 8 vasos) al día para una persona adulta.

Por último, procura moderar el consumo de alcohol y tabaco, ya que el alcohol deshidrata la piel y puede llegar a causar inflamación, mientras el tabaco puede reducir el flujo sanguíneo en la piel y destruir el colágeno.

5. Sedentarismo, el enemigo silencioso

La falta de actividad física no solo afecta a nuestro peso, aumentando el riesgo de desarrollar determinadas enfermedades crónicas relacionadas con el sobrepeso, sino que también puede acelerar el envejecimiento de otras maneras. La falta de ejercicio físico no solo puede llevar a la perdida de masa y tono muscular, si no que también suele disminuir la flexibilidad y movilidad, dificultando a la larga el poder realizar determinadas actividades cotidianas, aumentando el riesgo de lesiones y la falta de tono muscular. El sedentarismo también puede llegar a tener un impacto importante sobre una reducción del flujo sanguíneo y oxigeno en la piel, además de aumentar el estrés oxidativo, dando lugar a una piel opaca, sin brillo y con signos de envejecimiento prematuro.

Para combatir el sedentarismo y sus efectos negativos en el envejecimiento prematuro, es importante adoptar un estilo de vida más activo y saludable. Intenta incorporar pequeños momentos de actividad física en tu día a día como por ejemplo caminar en lugar de coger el coche siempre que puedas, utilizando las escaleras en vez del ascensor o incluso haciendo pequeñas pausas para estirarte si trabajas muchas horas sentado en un escritorio por ejemplo. Busca actividades físicas con las que disfrutes, ya sea caminar, nadar, bailar, hacer yoga o un deporte que te guste. Pero sobre todo, no te lo tomes como una obligación fastidiosa, hacer ejercicio no tiene por que ser aburrido. Tampoco te olvides de concederle a tu cuerpo tiempo suficiente para descansar y recuperarte después del ejercicio.

¿Y ahora qué? No te asustes, los pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia. Empieza por dormir bien, reducir el estrés, protegerte del sol, comer sano y hacer ejercicio. ¡Tu cuerpo y tu futuro yo te lo agradecerán! En resumen, prestando atención a estos hábitos cotidianos, es posible contrarrestar el envejecimiento prematuro y mantener una apariencia juvenil y una piel saludable durante más tiempo. Recuerda, ¡los pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia!

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